miércoles, 23 de julio de 2008

¿Dónde está el límite?

¿Hasta dónde puede llegar la paciencia de la más famosa envenenadora de la historia de la humanidad? No sabría decir... pero seguro que me la están rebasando con creces. Sigo enfrascada, encerrada en mi torre, creando los venenos más eficaces, insípidos y mortales para aterrar a la pobre plebe con ellos y... ¡no puedo concentrarme! ¡No puedo! Con esa nariz olfateando todas mis probetas. Entiendo que el que yo hiciese venenos para vendérselos a sus rivales no le sentase bien, pero si prometí no hacerlo de nuevo, mi palabra debería bastar. Si no, no sé qué estoy haciendo.
Con las ganas que tengo de planificar un nuevo fin del mundo... Me siento ahogada, encerrada, perseguida, mi corazón y mi estómago en un nudo permanente.
Tengo que acabar con esto ya.

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