viernes, 22 de agosto de 2008

El límite

Pues ya está, espero no estar equivocando el camino otra vez, como en aquella ocasión que quise quitar a la pesada de Blanquita de en medio (mira que era ñoña la tía, todo el día dando el coñazo con sus sesiones de ópera con los pajaritos... era insufrible!) En aquella ocasión me costó un mes salir del dichoso precipicio al que me tiraron los siete bichejos deformes aquellos, ¡puaj! y todavía me costó más sacarme la mugre que me pegaron al tocarme.
Espero que este no sea otro error como ese. Porque ya no aguanto más y este es definitivamente mi límite. Y estoy asustada, como si las brujas no pudiéramos estarlo... Asustadísima porque sé lo que me espera, oleadas de odio y rencor, de reproches, de malas miradas, de chantaje emocional... Pero, ¿qué bruja sería si no pudiese soportarlo?
Realmente sufro muchísimo y una bruja no se puede permitir tener debilidades, sino me vería relegada a una simple figurante de cuento. Y soy Grimhilde, la "malvada", la "envenenadora", eso soy yo. Y volveré a serlo.

1 comentario:

La bruja Maléfica dijo...

Las reinas del mal debemos ser como tempanos de hielo para poder sobrevivir. Si no, los estupidos y vanos mortales, con sus lloros y sus lamentos harán que nos fundamos y nos perdamos en la inmensidad del mal.
Se fuerte, Grimhilde, y tomes la decision que tomes, el consejo de brujas diabolicas te apollara.